Blog de aula de Sergio Gar 3ESO A
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domingo, 23 de marzo de 2014
Trabajo 1.El Lazarillo de Tormes
En Sevilla, a 12 de Marzo de 2014
Estimado jefe:
Ya que me escribe preguntándome por lo
ocurrido, sepa usted que yo soy Ángel Guerrero Romero, hijo de Manuel Guerrero
y María Romero, nací en una callejuela del barrio donde pasaría diez años de mi
vida, las famosas “tres mil viviendas”.
Lamentablemente, mis padres murieron
cuando yo tenía dos años en un accidente por una persecución debido a temas de
drogas que no voy a contar ahora. Ahí comenzó todo.
Mis vecinos decidieron adoptarme
ilegalmente, ya que si no me quedaría en la calle. Fueron los ocho mejores años
de mi vida, me cuidaban, arropaban y proveían de alimentos. Me enseñaron a leer
y a escribir ya que allí ni había colegio ni ningún tipo de enseñanza.
Todo iba bien hasta aquel fatídico día en
el que la policía vino a nuestro piso buscando drogas.
Nos registraron y pidieron documentación
y libro de familia, yo no aparecía en él ya que había sido adoptado
ilegalmente, con lo que la policía me llevo a un centro de menores en el que
estuve un año hasta que una familia de Murcia me adoptó.
Imagen de anónimo en Wikipedia
Esa familia estaba en
paro y no tenían para alimentarme. Aun así pase dos años allí y pasaron cosas
horrorosas. El día que la policía vino a desahuciarnos y nos que damos en la
calle.
Imagen de anónimo en Wikipedia
La familia decidió entregarme a otro centro de acogida. Donde pasé otros
dos años, pero este centro de acogida era diferente, los niños de allí eran
cultos, sabían mucho más que yo. Allí fue donde aprendí matemáticas, lengua,
etc. Con esta cultura general fue mucho más fácil que otra familia me aceptase,
esta familia era de Valencia, pero, como siempre la suerte no me sonrió, esta
familia me maltrataba física y psicológicamente. Un buen día el padre tuvo una
pelea con la madre y para desahogarse cogió una barra de metal y empezó a
pegarme en la espalda. Me dejó lleno de marcas, pero eso no iba a quedar así,
un mes más tarde ya tenía mi venganza preparada, llamé al padre y le dije que
viniera conmigo porque había oído un ruido extraño en la cocina, cuando entró
cerré la puerta, y lo dejé encerrado, con un perro rabioso que nuestro vecino
tenía y que robé sin que este se diera cuenta.
Salí corriendo y aquella noche dormí en
la calle donde me escondí porque por esa zona había personas que se dedicaban a pegar a los
vagabundos por diversión.
Me escondí debajo de un soportal que una
chica amigablemente me abrió. Esa noche llovió a cantaros.
A la mañana siguiente me fui de la ciudad
y llegué a un pueblecito cercano. Donde conocí a una chica muy amable y que
estaba en la misma condición que yo. Ella
había sido abandonada a su suerte por su familia adoptiva. Aquel día
supe que esa chica iba a ser la mujer de mi vida. Con lo que decidimos viajar
juntos con mi comida y su pequeña cantidad de dinero, pero como siempre a la
semana la policía me encontró y me llevó con la familia, cuando vi la cara del
padre supe que esa noche iba a haber pelea, y así fue, solo que esta vez yo fui
mas listo y cuando fue a pegarme con la barra de hierro la esquivé y se la
quité de las manos al padre, entonces le di un golpe el hígado porque sabía que
era adicto a la bebida, ese golpe le dolió tanto que calló al suelo gritando,
la madre enfadada cogió un plato y me lo tiró, cuando impactó en mi cara me
rompió la nariz. Pero pude escapar por la ventana. La nariz me chorreaba sangre,
pero sabía que no podía ir al hospital porque sino me encontrarían.
Con lo que fui a los barrios bajos donde
sabía que alguien me podía curar la nariz ilegalmente al igual que pasaba en
las tres mil viviendas. Cuando llegué pregunté y nadie me quiso responder por
si acaso iba a la policía y los delataba.
Me estaba desangrando y perdí el
conocimiento. Cuando desperté estaba en una cama de una chabola. Entonces entró
un hombre y me miró, yo no respondí. Se acercó y me observó la nariz y dijo:-
Parece que tu nariz ya esta bien. Te encontré desmayado en el suelo, habías
perdido mucha sangre.
Entonces comprendí que el hombre era un
“amigo”. Me preguntó que porque estaba aquí un niño de mi edad. Era psicólogo y
me dijo que le contara toda la historia y el me ayudaría al menos a
desahogarme. Le conté toda la historia y el me describió como un chico fuerte y
estable psicológicamente hablando. Me dijo que podía quedarme allí el tiempo
que quisiera ya que era un hombre soltero, sin mujer e hijos y con el suficiente
dinero para alimentarme. Decidí quedarme y el me enseño todos sus conocimientos
respecto a psicología con los que aprendí cosas de las personas que me
ayudarían en un futuro, me dijo incluso que le ayudara en la consulta a cambio
de un sueldo y así aprendería el oficio para poder ejercerlo de mayor. Así fue
como me convertí en su ayudante durante cinco años, en los cuales me formé y
terminé de convertirme en un hombre ya
con dieciocho años. Sabía donde ir para conseguir lo que quisiera, podía usar
la psicología para conseguir que la gente hiciera cosas por mí, nunca les pedí
nada malo, lo suficiente para poder vivir y algunos medicamentos para mi
maestro Martín, así se llamaba.
Pero no podía olvidar a aquella chica que
conocí en mi primer intento de fuga, me preguntaba como estaría y donde
estaría. Decidí que era momento de irme de aquel barrio y volver a Sevilla.
Ya era suficiente mayor para conducir el
coche que mi maestro me había regalado.
Así que volví a mi barrio para ver a mis
vecinos, para agradecerles que me hubieran acogido y llevarlos conmigo. Pero
cuando llegué vi su puerta tirada en el suelo y la casa vacía. Decidí preguntar
por ellos. Me dijeron que los habían desahuciado, me dijeron que estaban en la
calle, en el centro, en el ayuntamiento como unos vagabundos. Decidí ir a
buscarlos y cuando los encontré, me reconocieron y me dieron un abrazo. Decidí
llevarlos conmigo, pero antes debía encontrar piso en Madrid. Tenía el
suficiente dinero para alquilar un piso.
Conseguí encontrar un piso y llevé a la
familia allí. Donde vivimos hoy. Ahora tengo veinticinco años y encontré a
aquella chica convertida en una mujer por las calles de Madrid.
Nos casamos y tuvimos dos hijos, el resto
nos lleva hasta aquí. No me importa que me despida del trabajo porque no sea lo
suficientemente productivo para usted. Con lo que he pasado, no me importa. Aún
así le deseo lo mejor.
Soy alto y delgado, con los ojos verdes y con la cara redonda. Puedo conseguir cualquier trabajo, mi aspecto y condición física dan para ello.
Con un cordial saludo, Ángel.
Pasó el tiempo desde aquella carta y
tenía ya treinta y un años, nuestros hijos
fueron a un colegio, yo ejercí mi trabajo como psicólogo, el cual le agradezco
a mi maestro Martín, que ha sido el que me ha dado la vida.
La familia, mis vecinos por así decirlo
me lo agradecieron y están viviendo en un piso comprado por ellos mismos. Yo en
otro piso cerca de ellos.
Esta es mi vida, por la que ha merecido
la pena luchar, llegó un momento en el que pensé en rendirme, si lo hubiera
hecho no estaría aquí. Así que quien este pasando, haya pasado o este a punto
de pasar por una situación parecida a la mía que no se preocupe, no se rinda y
conseguirá su preciada victoria.
lunes, 3 de marzo de 2014
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