sábado, 8 de febrero de 2014

Actividad 13, página 164

Era un día soleado cuando estaba paseando con mis amigos, vimos a una pareja con dos niños en bicicleta, diciendo que se iban al parque a pedalear un rato, normalmente no daríamos importancia a esto pero, esta vez había algo extraño, estamos en pleno invierno y los parques están cerrados, acaso no lo sabían. Nos dirigimos hacia ellos y les aclaramos la situación, se pusieron muy tristes y decidieron volver a su casa. Nos dieron las gracias y una misteriosa bola que encerraba un arcoíris. Extrañados preguntamos que era. La mujer nos dijo que era el secreto de la vida y de repente desaparecieron,-¿habéis visto eso?, me respondieron que si. Pero cada uno escucharon una cosa distinta de la mujer, ¿Qué hacemos?, pregunto Fernando. Vamos a el parque al que iba la familia. Propuso Fernando Víctor. ¿Cómo sabes el parque al que iban?, la mujer me lo dijo, esa es la parte que yo escuche, y tu Fernando ¿Qué escuchaste de la mujer?, a mi me dijo que el verdadero secreto se revelara con la luz y la oscuridad. De acuerdo, vayamos al parque. Una vez en aquel parque en el cual tuvimos que colarnos ya que estaba cerrado. Vimos a la familia de nuevo en bicicleta dirigiéndose hacia algún lugar. Decidimos seguirles y cuando se adentraron en el bosque, surgió un gran agujero y la familia entró dentro, cuando llegamos vimos algo impresionante. Era otro mundo por así llamarlo, un mundo debajo de la tierra, pero sin nada que tenga que ver con máquinas ni nada.
Allí las personas median tres metros y estaban meditando, nos señalaron una capsula y la bola empezó a brillar, metimos la bola en la capsula y surgió algo impresionante, un bebe de aquella civilización. Entonces entendimos, necesitaban energía humana del exterior para poder procrear. Tras esto los tres prometimos no contar nunca nada

domingo, 2 de febrero de 2014

Oraciones impersonales

Fue en aquel otoño  de 2013, llovió todo el día y hacía mucho frio.
Cuando me encontraba paseando por la calle, entonces vi a una persona intentando ayudar a otra a la que le iba a atropellar un coche. Cuando vi aquella heroica acción, supe que no podía quedarse ahí, tenía que ser un héroe reconocido y no otro transeúnte más que se pierde en la niebla de aquel día.
-Se conduce mal en esta ciudad, dijo el héroe. pero, como iba a darle a esta persona el reconocimiento que merece. Para empezar lo agarré antes de que se fuera y lo felicité, le pregunté el nombre.
Se llamaba Ramiel Ortiz Guerrero, le dije que porque no iba a un periódico a contar su verdad. Nadie me creería. Entonces fue cuando me di cuenta de que por eso los verdaderos héroes no salen a la luz,
de que sirve advertir si nadie va a hacer caso y van a llamarte loco. así es como nuestros supuestos héroes son futbolistas, jugadores de baloncesto ,deportistas en general... nadie que pasó por allí lo felicitó, el hombre al que salvó fue el único que se lo agradeció. Para que al final ese héroe solo quede en los recuerdos